Internet permite tratar a los pacientes en sus casas BARNABY J. FEDER (NYT) (EL PAÍS-06-10-06)
El sistema de comunicaciones que tiene en casa junto a su cama no puede curar a Heather Huntoon, pero ayuda a mantenerla con vida. Desde que una noche hace 18 meses se despertara con temor a estar sufriendo un infarto, la vida de Huntoon ha estado dominada por una sucesión de problemas cardiacos, renales y circulatorios que la han llevado en repetidas ocasiones al hospital. “Cuando pasas por lo que yo he pasado, tienes la abrumadora sensación de que ya no puedes confiar en tu cuerpo”, afirma Huntoon, de 42 años y residente en Wichita, Kansas.
El sistema de comunicaciones que tiene en casa junto a su cama no puede curar a Heather Huntoon, pero ayuda a mantenerla con vida. Desde que una noche hace 18 meses se despertara con temor a estar sufriendo un infarto, la vida de Huntoon ha estado dominada por una sucesión de problemas cardiacos, renales y circulatorios que la han llevado en repetidas ocasiones al hospital. “Cuando pasas por lo que yo he pasado, tienes la abrumadora sensación de que ya no puedes confiar en tu cuerpo”, afirma Huntoon, de 42 años y residente en Wichita, Kansas.
Pero Huntoon sí confía en el potencial salvador de una serie de dispositivos que permiten a los médicos supervisar su estado a distancia. El sistema de control a distancia de Huntoon está entre los más sofisticados de Estados Unidos para realizar un seguimiento a varios cientos de miles de pacientes. El principal aparato del sistema es un dispositivo implantado que regula su ritmo cardiaco, emite sacudidas que pueden salvarle la vida cuando sea necesario, y se comunica de forma inalámbrica con sus médicos a través de Internet.
Ese mismo sistema de comunicaciones también está conectado a un medidor de la tensión sanguínea y a una báscula electrónica situados junto a la cama. Al observar a distancia los datos de su estado en busca de indicios de un acontecimiento potencialmente peligroso para su vida, los médicos de Huntoon en ocasiones han podido modificar a tiempo la medicación para su cardiopatía, de modo que no tenga que hacer otro viaje al hospital.
Recientemente, el sistema avisó a sus médicos de que quizá había llegado el momento de volver a ingresarla. Un aumento de peso captado por los controles de Huntoon llevó a una serie de consultas telefónicas en las que manifestaba un mareo inusual y problemas respiratorios. La enviaron rápidamente al hospital, donde una tomografía axial computerizada reveló un principio de neumonía. Recibió el alta al cabo de una semana. Los fabricantes de dispositivos médicos ven a pacientes como Huntoon como precursores de cambios tecnológicos que permitirán que se realice un seguimiento constante, a distancia y virtual, a decenas de millones de personas que padecen problemas crónicos como insuficiencia cardiaca, diabetes y enfermedades mentales mientras hacen su vida diaria.
La recompensa para los pacientes podría ser un uso más eficaz de los medicamentos, menos estancias y más breves en hospitales, e intervalos de tiempo más largos entre las visitas rutinarias al médico. “Se trata de una medicina ‘justo a tiempo’ en lugar de ‘por si acaso”, afirma Adam Darkins, experto en coordinación de atención sanitaria del Department of Veterans Affairs, que supervisa la Veterans Health Administration. Actualmente, el departamento utiliza unos dispositivos de control doméstico relativamente simples para gestionar el tratamiento de casi 14.000 ex combatientes que padecen cardiopatía, depresión, diabetes y trastorno de estrés postraumático, señala Darkins. Está previsto que atienda a 21.000 pacientes en octubre.
Las numerosas empresas que apuestan por la tecnología médica de control a distancia incluyen fabricantes de dispositivos implantables como Medtronic, empresas de instrumental como Honeywell y Philips, e incontables compañías de hardware y software, que van desde algunas recién creadas hasta gigantes como Intel. Los directivos empresariales afirman que la demografía y la economía de la atención sanitaria darán pocas opciones a pacientes y médicos, aparte de adoptar las tecnologías a medida que éstas vayan mejorando. “Una población que envejece y las enfermedades crónicas suponen un gasto insostenible para la sanidad”, señala L. David Whitlinger, especialista en electrónica aplicada a la atención sanitaria de Intel, que ve la creciente serie de dispositivos en Red que se están desarrollando para la medicina a distancia y automatizada como un enorme nuevo mercado para sus microprocesadores.
“La cama de hospital y la sala de espera del futuro serán sus casas”, añade Whitlinger. Pero ni siquiera los sistemas de vanguardia como el de Huntoon consiguen ofrecer un panorama general de las enfermedades crónicas. Tuvo que ser hospitalizada en julio cuando una caída en sus niveles de potasio en sangre —algo que ninguno de esos dispositivos controla— provocó una desestabilización cardiaca.
Para muchos médicos, el recabar y revisar datos a distancia también supone una preocupación económica pragmática, ya que muchas aseguradoras están ofreciendo poco o ningún reembolso por ese trabajo. “Sólo dispones de cierto tiempo al día para ello”, afirma Stephen T. Hustead, médico de Coon Rapids, Minnesota, que implanta dispositivos cardiacos como el de Huntoon.
Huntoon dice que unos intervalos más prolongados entre una hospitalización y otra serían un cambio vital suficiente para hacerla feliz. Espera que sus médicos puedan añadir un control a distancia de los niveles de potasio a su rutina y aumentar así las posibilidades de estabilizar su poco fiable corazón. Los empleados del hospital la conocen tan bien que la tratan como si fuera de la familia, asegura Huntoon. “Pero ya no quiero formar parte de eso”.
Pero Huntoon sí confía en el potencial salvador de una serie de dispositivos que permiten a los médicos supervisar su estado a distancia. El sistema de control a distancia de Huntoon está entre los más sofisticados de Estados Unidos para realizar un seguimiento a varios cientos de miles de pacientes. El principal aparato del sistema es un dispositivo implantado que regula su ritmo cardiaco, emite sacudidas que pueden salvarle la vida cuando sea necesario, y se comunica de forma inalámbrica con sus médicos a través de Internet.
Ese mismo sistema de comunicaciones también está conectado a un medidor de la tensión sanguínea y a una báscula electrónica situados junto a la cama. Al observar a distancia los datos de su estado en busca de indicios de un acontecimiento potencialmente peligroso para su vida, los médicos de Huntoon en ocasiones han podido modificar a tiempo la medicación para su cardiopatía, de modo que no tenga que hacer otro viaje al hospital.
Recientemente, el sistema avisó a sus médicos de que quizá había llegado el momento de volver a ingresarla. Un aumento de peso captado por los controles de Huntoon llevó a una serie de consultas telefónicas en las que manifestaba un mareo inusual y problemas respiratorios. La enviaron rápidamente al hospital, donde una tomografía axial computerizada reveló un principio de neumonía. Recibió el alta al cabo de una semana. Los fabricantes de dispositivos médicos ven a pacientes como Huntoon como precursores de cambios tecnológicos que permitirán que se realice un seguimiento constante, a distancia y virtual, a decenas de millones de personas que padecen problemas crónicos como insuficiencia cardiaca, diabetes y enfermedades mentales mientras hacen su vida diaria.
La recompensa para los pacientes podría ser un uso más eficaz de los medicamentos, menos estancias y más breves en hospitales, e intervalos de tiempo más largos entre las visitas rutinarias al médico. “Se trata de una medicina ‘justo a tiempo’ en lugar de ‘por si acaso”, afirma Adam Darkins, experto en coordinación de atención sanitaria del Department of Veterans Affairs, que supervisa la Veterans Health Administration. Actualmente, el departamento utiliza unos dispositivos de control doméstico relativamente simples para gestionar el tratamiento de casi 14.000 ex combatientes que padecen cardiopatía, depresión, diabetes y trastorno de estrés postraumático, señala Darkins. Está previsto que atienda a 21.000 pacientes en octubre.
Las numerosas empresas que apuestan por la tecnología médica de control a distancia incluyen fabricantes de dispositivos implantables como Medtronic, empresas de instrumental como Honeywell y Philips, e incontables compañías de hardware y software, que van desde algunas recién creadas hasta gigantes como Intel. Los directivos empresariales afirman que la demografía y la economía de la atención sanitaria darán pocas opciones a pacientes y médicos, aparte de adoptar las tecnologías a medida que éstas vayan mejorando. “Una población que envejece y las enfermedades crónicas suponen un gasto insostenible para la sanidad”, señala L. David Whitlinger, especialista en electrónica aplicada a la atención sanitaria de Intel, que ve la creciente serie de dispositivos en Red que se están desarrollando para la medicina a distancia y automatizada como un enorme nuevo mercado para sus microprocesadores.
“La cama de hospital y la sala de espera del futuro serán sus casas”, añade Whitlinger. Pero ni siquiera los sistemas de vanguardia como el de Huntoon consiguen ofrecer un panorama general de las enfermedades crónicas. Tuvo que ser hospitalizada en julio cuando una caída en sus niveles de potasio en sangre —algo que ninguno de esos dispositivos controla— provocó una desestabilización cardiaca.
Para muchos médicos, el recabar y revisar datos a distancia también supone una preocupación económica pragmática, ya que muchas aseguradoras están ofreciendo poco o ningún reembolso por ese trabajo. “Sólo dispones de cierto tiempo al día para ello”, afirma Stephen T. Hustead, médico de Coon Rapids, Minnesota, que implanta dispositivos cardiacos como el de Huntoon.
Huntoon dice que unos intervalos más prolongados entre una hospitalización y otra serían un cambio vital suficiente para hacerla feliz. Espera que sus médicos puedan añadir un control a distancia de los niveles de potasio a su rutina y aumentar así las posibilidades de estabilizar su poco fiable corazón. Los empleados del hospital la conocen tan bien que la tratan como si fuera de la familia, asegura Huntoon. “Pero ya no quiero formar parte de eso”.
0 comentarios