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NOVES TECNOLOGIES APLICADES A L´ESCOLA

LISTA DE BLOGS DE LA CLASE

ForradoEn este apartado encontraréis la lista de blogs de los compañeros de clase de la asignatura de Nuevas Tecnologías.

http://rosro.blogia.com

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http://serjople.blogia.com

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Nuevas tecnologías de la educación en España (abril 29, 2005) (sindicación.net)

Nuevas tecnologías de la educación en España (abril 29, 2005) (sindicación.net)

La Fundación Auna acaba de publicar en sus Cuadernos de la Sociedad de la Información un interesante monográfico sobre “Las nuevas tecnologías en la educación” a cargo de Rocío Martín-Laborda. Es de agradecer tal esfuerzo de la empresa privada, tras años en los que la Administración ha mantenido una sequía informativa sobre estos temas.

Sólo el 13,8 por 100 de los centros públicos de Educación tienen página web

La primera parte del estudio contiene datos muy interesantes sobre la conexión a Internet en los centros educativos, el grado de utilización del ordenador con fines educativos etc. Aunque para muchos de estos indicadores no se dispone de datos actualizados, las estadísticas recogidas dejan una impresión de insuficiencia. A modo de ejemplo, sólo el 13,8 por 100 de los centros públicos de Educación infantil, primaria y secundaria tenían página web hace dos años.

Proyectos con escasa coordinación

Aunque han sido muy diversas las iniciativas llevadas a cabo por las Administraciones Públicas en favor de la nuevas tecnologías en la educación, de la lectura del informe sacaría la impresión de que tales iniciativas han sido insuficientes, además de la carencia de un proyecto de entidad y la escasa coordinación entre las diversas iniciativas llevadas a cabo durante los últimos años.

Una Universia de la educación preuniversitaria

Universia es un proyecto único en el mundo impulsado por casi 900 universidades de más de diez países con el decisivo apoyo del Banco de Santander y en sus orígenes del papel motor de las universidades españolas.

Hoy es un modelo de desarrollo avanzado de la sociedad de la información en las universidades que permite integrar y vincular la fuerte innovación asociada a las TICs, potenciar las sinergias de todo tipo y ayudar a paliar las deficiencias y carencias derivadas de fenómenos como el de la brecha digital.

Quizás es el modelo de referencia que las Administraciones Públicas debieran para provocar un proyecto de entidad que acelere el desarrollo de una implantación real de las nuevas tecnología de la educación en España. Por diversas razones que son fáciles de adivinar:

  • Formación del profesorado. Una implantación real exige una formación activa y continua de la práctica totalidad del profesorado. En el ámbito universitario se han desarrollo iniciativas y programas capaces de abordar en la extensión y profundidad los temas formativos, con centros especializados y titulaciones o créditos que pueden ser reconocidos oficialmente.
  • Innovación y cambio. Las nuevas tecnologías en educación están sometidas a fuertes innovaciones y cambios relevantes, cuya adopción requiere de un ámbito interdisciplinario en el que tecnología, pedagogía, didáctica, etc. fomenten un debate permanente. La necesidad de “acumular y compartir experiencias y buenas prácticas” es una de las conclusiones que se recogen en el estudio citado.
  • Globalidad. El sistema puede tender a la dispersión de esfuerzos, si no se valora desde una concepción global aquellos avances significativos o aquellos proyectos en los que las economías de escalas o la suma de esfuerzos sean imprescindible para su avance y progreso (Bibliotecas conjuntas de objetos de aprendizaje, plataformas tecnológicas, intercambio de experiencias muy especializadas…). El propio informe hace referencia a la creación de un “portal educativo nacional” que aglutine esfuerzos.
  • "Escalabilidad". La mayor idoneidad de la implantación de la nuevas tecnologías de la educación en España se daría si se toma el propio sistema educativo en su conjunto. Esto es, una formación que se realizara pensando en las exigencias formativas de los alumnos tanto de la educación primaria, secundaria o superior siempre con solución de continuidad.

Alfabetización digital y educación

El objetivo de incrementar la calidad y la eficiencia de los sistemas de la educación ya de por sí justificaría acciones de envergadura ligados al empleo de las nuevas tecnología en la educación. Las últimas evaluaciones internacionales de la educación llevadas a cabo por organismos supranacionales dejan a España en un mal lugar.

Los objetivos de alfabetización digital del Gobierno actual deberían partir del aprovechamiento de aquellas iniciativas que han propiciado resultados positivos en el difícil y complicado marco que la sociedad de la información ha vivido en todo el mundo y, muy especialmente, en España. Quizás no haya que inventar nada nuevo. En todo caso, sí son urgentes acciones que ayuden a recuperar el tiempo perdido.

Nuevas tecnologías de la educación en España

La Fundación Auna acaba de publicar en sus Cuadernos de la Sociedad de la Información un interesante monográfico sobre “Las nuevas tecnologías en la educación” a cargo de Rocío Martín-Laborda. Es de agradecer tal esfuerzo de la empresa privada, tras años en los que la Administración ha mantenido una sequía informativa sobre estos temas.

Sólo el 13,8 por 100 de los centros públicos de Educación tienen página web

La primera parte del estudio contiene datos muy interesantes sobre la conexión a Internet en los centros educativos, el grado de utilización del ordenador con fines educativos etc. Aunque para muchos de estos indicadores no se dispone de datos actualizados, las estadísticas recogidas dejan una impresión de insuficiencia. A modo de ejemplo, sólo el 13,8 por 100 de los centros públicos de Educación infantil, primaria y secundaria tenían página web hace dos años.

Proyectos con escasa coordinación

Aunque han sido muy diversas las iniciativas llevadas a cabo por las Administraciones Públicas en favor de la nuevas tecnologías en la educación, de la lectura del informe sacaría la impresión de que tales iniciativas han sido insuficientes, además de la carencia de un proyecto de entidad y la escasa coordinación entre las diversas iniciativas llevadas a cabo durante los últimos años.

Una Universia de la educación preuniversitaria

Universia es un proyecto único en el mundo impulsado por casi 900 universidades de más de diez países con el decisivo apoyo del Banco de Santander y en sus orígenes del papel motor de las universidades españolas.

Hoy es un modelo de desarrollo avanzado de la sociedad de la información en las universidades que permite integrar y vincular la fuerte innovación asociada a las TICs, potenciar las sinergias de todo tipo y ayudar a paliar las deficiencias y carencias derivadas de fenómenos como el de la brecha digital.

Quizás es el modelo de referencia que las Administraciones Públicas debieran para provocar un proyecto de entidad que acelere el desarrollo de una implantación real de las nuevas tecnología de la educación en España. Por diversas razones que son fáciles de adivinar:

  • Formación del profesorado. Una implantación real exige una formación activa y continua de la práctica totalidad del profesorado. En el ámbito universitario se han desarrollo iniciativas y programas capaces de abordar en la extensión y profundidad los temas formativos, con centros especializados y titulaciones o créditos que pueden ser reconocidos oficialmente.
  • Innovación y cambio. Las nuevas tecnologías en educación están sometidas a fuertes innovaciones y cambios relevantes, cuya adopción requiere de un ámbito interdisciplinario en el que tecnología, pedagogía, didáctica, etc. fomenten un debate permanente. La necesidad de “acumular y compartir experiencias y buenas prácticas” es una de las conclusiones que se recogen en el estudio citado.
  • Globalidad. El sistema puede tender a la dispersión de esfuerzos, si no se valora desde una concepción global aquellos avances significativos o aquellos proyectos en los que las economías de escalas o la suma de esfuerzos sean imprescindible para su avance y progreso (Bibliotecas conjuntas de objetos de aprendizaje, plataformas tecnológicas, intercambio de experiencias muy especializadas…). El propio informe hace referencia a la creación de un “portal educativo nacional” que aglutine esfuerzos.
  • "Escalabilidad". La mayor idoneidad de la implantación de la nuevas tecnologías de la educación en España se daría si se toma el propio sistema educativo en su conjunto. Esto es, una formación que se realizara pensando en las exigencias formativas de los alumnos tanto de la educación primaria, secundaria o superior siempre con solución de continuidad.

Alfabetización digital y educación

El objetivo de incrementar la calidad y la eficiencia de los sistemas de la educación ya de por sí justificaría acciones de envergadura ligados al empleo de las nuevas tecnología en la educación. Las últimas evaluaciones internacionales de la educación llevadas a cabo por organismos supranacionales dejan a España en un mal lugar.

Los objetivos de alfabetización digital del Gobierno actual deberían partir del aprovechamiento de aquellas iniciativas que han propiciado resultados positivos en el difícil y complicado marco que la sociedad de la información ha vivido en todo el mundo y, muy especialmente, en España. Quizás no haya que inventar nada nuevo. En todo caso, sí son urgentes acciones que ayuden a recuperar el tiempo perdido.

Internet permite tratar a los pacientes en sus casas BARNABY J. FEDER (NYT) (EL PAÍS-06-10-06)

Internet permite tratar a los pacientes en sus casas BARNABY J. FEDER (NYT) (EL PAÍS-06-10-06)

BesoEl sistema de comunicaciones que tiene en casa junto a su cama no puede curar a Heather Huntoon, pero ayuda a mantenerla con vida. Desde que una noche hace 18 meses se despertara con temor a estar sufriendo un infarto, la vida de Huntoon ha estado dominada por una sucesión de problemas cardiacos, renales y circulatorios que la han llevado en repetidas ocasiones al hospital. “Cuando pasas por lo que yo he pasado, tienes la abrumadora sensación de que ya no puedes confiar en tu cuerpo”, afirma Huntoon, de 42 años y residente en Wichita, Kansas.

El sistema de comunicaciones que tiene en casa junto a su cama no puede curar a Heather Huntoon, pero ayuda a mantenerla con vida. Desde que una noche hace 18 meses se despertara con temor a estar sufriendo un infarto, la vida de Huntoon ha estado dominada por una sucesión de problemas cardiacos, renales y circulatorios que la han llevado en repetidas ocasiones al hospital. “Cuando pasas por lo que yo he pasado, tienes la abrumadora sensación de que ya no puedes confiar en tu cuerpo”, afirma Huntoon, de 42 años y residente en Wichita, Kansas.

Pero Huntoon sí confía en el potencial salvador de una serie de dispositivos que permiten a los médicos supervisar su estado a distancia. El sistema de control a distancia de Huntoon está entre los más sofisticados de Estados Unidos para realizar un seguimiento a varios cientos de miles de pacientes. El principal aparato del sistema es un dispositivo implantado que regula su ritmo cardiaco, emite sacudidas que pueden salvarle la vida cuando sea necesario, y se comunica de forma inalámbrica con sus médicos a través de Internet.

Ese mismo sistema de comunicaciones también está conectado a un medidor de la tensión sanguínea y a una báscula electrónica situados junto a la cama. Al observar a distancia los datos de su estado en busca de indicios de un acontecimiento potencialmente peligroso para su vida, los médicos de Huntoon en ocasiones han podido modificar a tiempo la medicación para su cardiopatía, de modo que no tenga que hacer otro viaje al hospital.

Recientemente, el sistema avisó a sus médicos de que quizá había llegado el momento de volver a ingresarla. Un aumento de peso captado por los controles de Huntoon llevó a una serie de consultas telefónicas en las que manifestaba un mareo inusual y problemas respiratorios. La enviaron rápidamente al hospital, donde una tomografía axial computerizada reveló un principio de neumonía. Recibió el alta al cabo de una semana. Los fabricantes de dispositivos médicos ven a pacientes como Huntoon como precursores de cambios tecnológicos que permitirán que se realice un seguimiento constante, a distancia y virtual, a decenas de millones de personas que padecen problemas crónicos como insuficiencia cardiaca, diabetes y enfermedades mentales mientras hacen su vida diaria.

La recompensa para los pacientes podría ser un uso más eficaz de los medicamentos, menos estancias y más breves en hospitales, e intervalos de tiempo más largos entre las visitas rutinarias al médico. “Se trata de una medicina ‘justo a tiempo’ en lugar de ‘por si acaso”, afirma Adam Darkins, experto en coordinación de atención sanitaria del Department of Veterans Affairs, que supervisa la Veterans Health Administration. Actualmente, el departamento utiliza unos dispositivos de control doméstico relativamente simples para gestionar el tratamiento de casi 14.000 ex combatientes que padecen cardiopatía, depresión, diabetes y trastorno de estrés postraumático, señala Darkins. Está previsto que atienda a 21.000 pacientes en octubre.

Las numerosas empresas que apuestan por la tecnología médica de control a distancia incluyen fabricantes de dispositivos implantables como Medtronic, empresas de instrumental como Honeywell y Philips, e incontables compañías de hardware y software, que van desde algunas recién creadas hasta gigantes como Intel. Los directivos empresariales afirman que la demografía y la economía de la atención sanitaria darán pocas opciones a pacientes y médicos, aparte de adoptar las tecnologías a medida que éstas vayan mejorando. “Una población que envejece y las enfermedades crónicas suponen un gasto insostenible para la sanidad”, señala L. David Whitlinger, especialista en electrónica aplicada a la atención sanitaria de Intel, que ve la creciente serie de dispositivos en Red que se están desarrollando para la medicina a distancia y automatizada como un enorme nuevo mercado para sus microprocesadores.

“La cama de hospital y la sala de espera del futuro serán sus casas”, añade Whitlinger. Pero ni siquiera los sistemas de vanguardia como el de Huntoon consiguen ofrecer un panorama general de las enfermedades crónicas. Tuvo que ser hospitalizada en julio cuando una caída en sus niveles de potasio en sangre —algo que ninguno de esos dispositivos controla— provocó una desestabilización cardiaca.

Para muchos médicos, el recabar y revisar datos a distancia también supone una preocupación económica pragmática, ya que muchas aseguradoras están ofreciendo poco o ningún reembolso por ese trabajo. “Sólo dispones de cierto tiempo al día para ello”, afirma Stephen T. Hustead, médico de Coon Rapids, Minnesota, que implanta dispositivos cardiacos como el de Huntoon.

Huntoon dice que unos intervalos más prolongados entre una hospitalización y otra serían un cambio vital suficiente para hacerla feliz. Espera que sus médicos puedan añadir un control a distancia de los niveles de potasio a su rutina y aumentar así las posibilidades de estabilizar su poco fiable corazón. Los empleados del hospital la conocen tan bien que la tratan como si fuera de la familia, asegura Huntoon. “Pero ya no quiero formar parte de eso”.

Pero Huntoon sí confía en el potencial salvador de una serie de dispositivos que permiten a los médicos supervisar su estado a distancia. El sistema de control a distancia de Huntoon está entre los más sofisticados de Estados Unidos para realizar un seguimiento a varios cientos de miles de pacientes. El principal aparato del sistema es un dispositivo implantado que regula su ritmo cardiaco, emite sacudidas que pueden salvarle la vida cuando sea necesario, y se comunica de forma inalámbrica con sus médicos a través de Internet.

Ese mismo sistema de comunicaciones también está conectado a un medidor de la tensión sanguínea y a una báscula electrónica situados junto a la cama. Al observar a distancia los datos de su estado en busca de indicios de un acontecimiento potencialmente peligroso para su vida, los médicos de Huntoon en ocasiones han podido modificar a tiempo la medicación para su cardiopatía, de modo que no tenga que hacer otro viaje al hospital.

Recientemente, el sistema avisó a sus médicos de que quizá había llegado el momento de volver a ingresarla. Un aumento de peso captado por los controles de Huntoon llevó a una serie de consultas telefónicas en las que manifestaba un mareo inusual y problemas respiratorios. La enviaron rápidamente al hospital, donde una tomografía axial computerizada reveló un principio de neumonía. Recibió el alta al cabo de una semana. Los fabricantes de dispositivos médicos ven a pacientes como Huntoon como precursores de cambios tecnológicos que permitirán que se realice un seguimiento constante, a distancia y virtual, a decenas de millones de personas que padecen problemas crónicos como insuficiencia cardiaca, diabetes y enfermedades mentales mientras hacen su vida diaria.

La recompensa para los pacientes podría ser un uso más eficaz de los medicamentos, menos estancias y más breves en hospitales, e intervalos de tiempo más largos entre las visitas rutinarias al médico. “Se trata de una medicina ‘justo a tiempo’ en lugar de ‘por si acaso”, afirma Adam Darkins, experto en coordinación de atención sanitaria del Department of Veterans Affairs, que supervisa la Veterans Health Administration. Actualmente, el departamento utiliza unos dispositivos de control doméstico relativamente simples para gestionar el tratamiento de casi 14.000 ex combatientes que padecen cardiopatía, depresión, diabetes y trastorno de estrés postraumático, señala Darkins. Está previsto que atienda a 21.000 pacientes en octubre.

Las numerosas empresas que apuestan por la tecnología médica de control a distancia incluyen fabricantes de dispositivos implantables como Medtronic, empresas de instrumental como Honeywell y Philips, e incontables compañías de hardware y software, que van desde algunas recién creadas hasta gigantes como Intel. Los directivos empresariales afirman que la demografía y la economía de la atención sanitaria darán pocas opciones a pacientes y médicos, aparte de adoptar las tecnologías a medida que éstas vayan mejorando. “Una población que envejece y las enfermedades crónicas suponen un gasto insostenible para la sanidad”, señala L. David Whitlinger, especialista en electrónica aplicada a la atención sanitaria de Intel, que ve la creciente serie de dispositivos en Red que se están desarrollando para la medicina a distancia y automatizada como un enorme nuevo mercado para sus microprocesadores.

“La cama de hospital y la sala de espera del futuro serán sus casas”, añade Whitlinger. Pero ni siquiera los sistemas de vanguardia como el de Huntoon consiguen ofrecer un panorama general de las enfermedades crónicas. Tuvo que ser hospitalizada en julio cuando una caída en sus niveles de potasio en sangre —algo que ninguno de esos dispositivos controla— provocó una desestabilización cardiaca.

Para muchos médicos, el recabar y revisar datos a distancia también supone una preocupación económica pragmática, ya que muchas aseguradoras están ofreciendo poco o ningún reembolso por ese trabajo. “Sólo dispones de cierto tiempo al día para ello”, afirma Stephen T. Hustead, médico de Coon Rapids, Minnesota, que implanta dispositivos cardiacos como el de Huntoon.

Huntoon dice que unos intervalos más prolongados entre una hospitalización y otra serían un cambio vital suficiente para hacerla feliz. Espera que sus médicos puedan añadir un control a distancia de los niveles de potasio a su rutina y aumentar así las posibilidades de estabilizar su poco fiable corazón. Los empleados del hospital la conocen tan bien que la tratan como si fuera de la familia, asegura Huntoon. “Pero ya no quiero formar parte de eso”.

DIFICULTADES EN LA ESCUELA

DIFICULTADES EN LA ESCUELA

Ω Vivimos inmersos en un diluvio de datos. La dificultad de asimilarlos crece en la medida que aumenta la diversidad y complejidad así como la de los canales por medio de los cuales se vierten. El nivel de datos disponibles puede llegar a bloquearnos totalmente.

Ω Estamos hablando de datos y no de información para poner de relieve una característica muy especial de nuestra época: La confusión entre datos e información y entra esta última y el conocimiento.


 
Ω El nivel medio cultural que se requiere para la compresión de un texto es cada vez más elevado. Estamos en la era de la información y sin embargo el nivel de confusión parece estar creciendo. De ahí la importancia del papel de la escuela para contribuir al logro del cambio de la información en conocimiento y de la tecnología en comunicación.

Ω Los alumnos han de encontrar en la escuela todo aquello que está presente en la sociedad y la cultura en la que viven; la escuela ha de ser la circunstancia dinamizadora de la vida individual en el seno de la propia sociedad. En una sociedad del conocimiento y de la comunicación la misión de la escuela es la de ofrecer los elementos que permitan el desarrollo y la capacidad de aprender: a la escuela vamos a iniciar el aprendizaje de aprender. El saber aprender es el mejor fruto que puede ofrecer la escolarización.

Ω En este sentido, en la escuela deben estar presentes todos los medios que la sociedad tiene para ofrecer información: libros, periódicos, radio, televisión, ordenador... nada puede ser ajeno a la escuela porque nada es ajeno a la vida del alumno.

Ω En cualquiera de las áreas en las que está dividido el panorama académico no importan que se trate de lenguas, idiomas, matemáticas, física, ética o música, en todos ellos se puede realizar el ejercicio de adiestramiento en la búsqueda de información o de unos datos adecuados al planteamiento de un supuesto o de un contexto real. Esto supone, por parte del profesorado, un cambio en la perspectiva desde la que contempla su función; en ofrecer más elementos de búsqueda que soluciones previas; en proponer actividades más que en presentar ejercicios escolásticos descontextualizados y anacrónicos. No es sencillo, pero sí estimulante, al intentar el equilibrio entre lo estricto y convencionalmente académico y estas nuevas maneras de hacer.

Ω Por otra parte el desarrollar actividades comunicacionales, el contactar con otros grupos en escuelas geográficamente distantes, es una actividad que merece especial atención si se pretende que los alumnos y alumnas vivan y conozcan como algo real la virtual presencia de culturas distintas, tal y como puede constatarse en los programas de todo tipo que nos ofrece indiscriminadamente los medios audiovisuales de difusión.

Ω Conscientes de estas características de nuestro tiempo es preciso descubrir nuevas sendas por las que caminar para poder enseñar nuevas actividades valoradas con un alto potencial de aprendizaje para el alumno. Y como dijo el poeta: “Aprende a diferenciar / las cosas que son mentira / de las que cosas que son verdad”.

Ω Vivimos inmersos en un diluvio de datos. La dificultad de asimilarlos crece en la medida que aumenta la diversidad y complejidad así como la de los canales por medio de los cuales se vierten. El nivel de datos disponibles puede llegar a bloquearnos totalmente.

Ω Estamos hablando de datos y no de información para poner de relieve una característica muy especial de nuestra época: La confusión entre datos e información y entra esta última y el conocimiento.

Ω El nivel medio cultural que se requiere para la compresión de un texto es cada vez más elevado. Estamos en la era de la información y sin embargo el nivel de confusión parece estar creciendo. De ahí la importancia del papel de la escuela para contribuir al logro del cambio de la información en conocimiento y de la tecnología en comunicación.

Ω Los alumnos han de encontrar en la escuela todo aquello que está presente en la sociedad y la cultura en la que viven; la escuela ha de ser la circunstancia dinamizadora de la vida individual en el seno de la propia sociedad. En una sociedad del conocimiento y de la comunicación la misión de la escuela es la de ofrecer los elementos que permitan el desarrollo y la capacidad de aprender: a la escuela vamos a iniciar el aprendizaje de aprender. El saber aprender es el mejor fruto que puede ofrecer la escolarización.

Ω En este sentido, en la escuela deben estar presentes todos los medios que la sociedad tiene para ofrecer información: libros, periódicos, radio, televisión, ordenador... nada puede ser ajeno a la escuela porque nada es ajeno a la vida del alumno.

Ω En cualquiera de las áreas en las que está dividido el panorama académico no importan que se trate de lenguas, idiomas, matemáticas, física, ética o música, en todos ellos se puede realizar el ejercicio de adiestramiento en la búsqueda de información o de unos datos adecuados al planteamiento de un supuesto o de un contexto real. Esto supone, por parte del profesorado, un cambio en la perspectiva desde la que contempla su función; en ofrecer más elementos de búsqueda que soluciones previas; en proponer actividades más que en presentar ejercicios escolásticos descontextualizados y anacrónicos. No es sencillo, pero sí estimulante, al intentar el equilibrio entre lo estricto y convencionalmente académico y estas nuevas maneras de hacer.

Ω Por otra parte el desarrollar actividades comunicacionales, el contactar con otros grupos en escuelas geográficamente distantes, es una actividad que merece especial atención si se pretende que los alumnos y alumnas vivan y conozcan como algo real la virtual presencia de culturas distintas, tal y como puede constatarse en los programas de todo tipo que nos ofrece indiscriminadamente los medios audiovisuales de difusión.

Ω Conscientes de estas características de nuestro tiempo es preciso descubrir nuevas sendas por las que caminar para poder enseñar nuevas actividades valoradas con un alto potencial de aprendizaje para el alumno. Y como dijo el poeta: “Aprende a diferenciar / las cosas que son mentira / de las que cosas que son verdad”.

Adolfo Torrecilla,

Adolfo Torrecilla,

Nada más inaugurar su mandato, George Bush ha anunciado una serie de medidas para intentar elevar el nivel de calidad de la escuela pública. En el país más poderoso del mundo, la escuela es un eslabón débil. Pero también en el conjunto de Occidente se tiene la impresión de que la escuela no está cumpliendo su cometido. Analizando la experiencia sueca, que ha sido modelo para sucesivas reformas educativas promovidas por partidos socialistas europeos, Inger Enkvist se plantea en "La educación en peligro" los motivos de este deterioro de la calidad de enseñanza.

Inger Enkvist es doctora de Letras por la Universidad de Goteborg (Suecia) y en la actualidad ocupa la Cátedra de Español en la Universidad de Lund. También ha publicado múltiples obras sobre pedagogía. La educación en peligro se basa en experiencias propias en la enseñanza en el nivel superior de la primaria, la secundaria, la escuela de adultos y la universidad, así como en años de conversación con docentes y visitas a escuelas tanto de Suecia como de otros países.

Con su libro, la autora quiere llamar la atención sobre las ideas que están detrás de los cambios introducidos en la enseñanza sueca a partir de 1970 y que han provocado de manera paulatina el desprestigio de un sistema que siempre fue un orgullo para sus habitantes. Sus críticas se dirigen a los gobernantes que, con el encomiable deseo de combatir las desigualdades sociales de origen y extender la democracia a la escuela, han desvirtuado el sentido de la educación. Pero la experiencia de Suecia es extensible también a otros países, que durante muchos años han imitado las reformas pedagógicas suecas. Y, de hecho, el libro contiene abundantes referencias a otros países.


Una imagen romántica del niño

Inger Enkvist comienza su análisis describiendo la visión del ser humano que hay detrás de las tendencias pedagógicas que han revolucionado la educación durante el siglo XX. Predomina una imagen romántico-roussoniana según la cual los niños son creadores por naturaleza, mientras que la sociedad (y la escuela tradicional) destruyen esta capacidad innata. La enseñanza actual debería educar sin imposiciones de ningún tipo, dejando que sea el alumno el que, a su ritmo, desarrolle sus intereses y sus habilidades.

Para Enkvist, “lo curioso de los famosos pedagogos del siglo XX es que la mayoría son románticos y no son amigos de la escuela, de la lectura o de los profesores. Tampoco tienen mucho que decir sobre por qué se debe aprender algo. En lugar de esto, hablan de qué método se debe usar para aprender”.

Inger Enkvist se muestra radicalmente crítica con algunas de las ideas que han ido quedando de estos teóricos, entre los que incluye a John Dewey, Jean Piaget, Freinet, Paulo Freire... En su libro recoge qué aportaciones de cada autor han pasado a formar parte de la pedagogía que sustenta las reformas educativas del modelo sueco.


La intocable autonomía del alumno

Las críticas más fuertes de la autora están dirigidas a la insistencia en la autonomía de los alumnos y al predominio de las tecnologías de la información.

Si la autonomía de los alumnos es intocable, estos acaban por rebajar los objetivos educativos, adaptándolos a su antojo. Quizá esta inclinación por el ritmo subjetivo y la falta de exigencia esté en la raíz del creciente descenso del nivel de conocimientos. Algunos teóricos disfrazan esta caída en picado de la pedagogía de los contenidos como adaptación a los nuevos cambios sociales. Como cada alumno es autónomo y debe llevar su propio ritmo de aprendizaje, no tiene sentido imponer ni calificaciones ni recuperaciones, algo que se considera una perniciosa secuela de los sistemas educativos tradicionales.

El alumno se confecciona así un menú educativo a la carta, eligiendo lo más apropiado para sus gustos e intereses. Esto, que parece el máximo ejemplo de libertad, es un craso error pedagógico, afirma Enkvist, pues se le está dando a los alumnos una serie de facultades para las que no están preparados: los alumnos ni tienen libertad para elegir lo mejor (lo confunden con lo más fácil), ni saben todavía comportarse de manera independiente (pues no han desarrollado de manera suficiente su carácter): “Cuando permitimos a los alumnos elegir lo que van a estudiar, es decir, también elegir el disminuir la cantidad de lo que aprenden, en realidad creamos un nuevo proletariado de jóvenes que han sido distraídos pero que no saben nada y no tienen base alguna para el desarrollo posterior”.

Con esta manera de actuar, “dejamos estancados a los alumnos provenientes de ambientes culturalmente pobres, ya que la escuela era la única posibilidad de contacto con la literatura, la historia y el arte para ese grupo. Así, los animamos a una forma de vida no reflexiva, dispersa y consumista; en resumen, a que se dejen distraer. Los invitamos a la pereza intelectual y sentimental, no a la libertad”. Y como la escuela ya no presenta modelos de vida, los alumnos se los buscan por su cuenta “y los encuentran en otros planos donde dominan los intereses comerciales”. En este sentido, la autora coincide en su análisis con el de la académica francesa Jacqueline de Romilly en su libro El tesoro de los saberes olvidados (ver servicio 2/00).


Recuperar aspectos olvidados

Aunque Inger Enkvist no añora una idílica escuela de otros tiempos, propone recuperar algunos aspectos olvidados, que siguen siendo fundamentales en la enseñanza. Entre ellos:

— No confundir pensamiento con información. “Algunas personas no han entendido que no podemos pensar sin ideas y que para buscar información debemos tener primero una idea de lo que queremos encontrar”. El tiempo escolar debe estar más volcado a desarrollar el pensamiento: “No es información lo que necesitamos, sino entender el mundo”.

— Recuperar el lugar de la memoria dentro de los procesos de aprendizaje. “Cuando se habla de la memoria en el contexto escolar –escribe Enkvist–, lo cual casi nunca se hace, es para decir que no se necesita aprender detalles (...), sino que es suficiente con saber cómo buscar la información”. Sin embargo, “la subvaloración de la memoria ha influido en la manera en la que la adquisición del conocimiento se controla en la escuela. Puesto que se menosprecia la memoria, ha sido también despreciable mostrar el contenido de esa memoria, por ejemplo, en las pruebas escritas”.

— Defender la importancia de la lectura. Para Enkvist, “la falta de entrenamiento de lectura y de escritura lleva a una infantilización de los jóvenes; los alumnos no desarrollan hábitos de trabajo intelectual”. El entrenamiento idiomático es la base para la construcción de todo un sistema de aprendizaje, infravalorado en la actualidad pero que no ha sido sustituido por nada.

— Lograr la sintonía entre la escuela y los padres. En este sentido, la situación en Suecia es un tanto especial, pues durante años ha funcionado un discurso que presentaba a la familia como un obstáculo para el desarrollo del individuo. Muchos padres de hoy ni tienen confianza en sí mismos ni saben cuáles son sus responsabilidades. Para ayudarles a desempeñar sus tareas, están proliferando en Suecia las “Escuelas de Padres”.

G. K. Chesterton,

     La familia puede muy bien ser considerada, así habría que pensarlo al menos, como una institución humana fundamental. Todos admitirán que ha sido la célula principal y la unidad central de casi todas las sociedades que han existido hasta ahora, con la excepción, la verdad sea dicha, de algunas sociedades como aquella de Lacedemón que optó por la «eficiencia» y que, en consecuencia, ha perecido sin dejar ni rastro. E1 cristianismo, por enorme que fuera la revolución que supuso, no alteró esta cosa sagrada, tan antigua y salvaje; no hizo nada más que darle la vuelta. No negó la trinidad de padre, madre y niño. Sencillamente la leyó al revés, haciéndola niño, madre y padre. Y ésta ya no se llama la familia, sino Sagrada Familia, pues muchas cosas se hacen santas sólo con darles la vuelta. Pero algunos sabios de nuestra propia decadencia han lanzado un serio ataque a la familia. La han atacado, y me parece que de manera equivocada; y sus defensores la han defendido, y lo han hecho de manera equivocada. La defensa más común de la familia es que, en medio de las tensiones y cambios de la vida, resulta un sitio pacífico, cómodo y unido. Pero es posible otra defensa de la familia, y a mí me parece evidente; consiste en decir que la familia no es ni pacífica, ni cómoda, ni unida.


La familia como institución en el mundo moderno

      Hoy día no está muy de moda cantar las ventajas de la comunidad pequeña. Se nos dice que debemos lanzarnos a por grandes imperios y a por grandes ideas. Hay una ventaja, sin embargo, en el estado, en la ciudad o en el pueblo pequeño que sólo los que quieren ser ciegos pasarán por alto. El ser humano que vive en una comunidad pequeña vive en un mundo mucho más grande. Sabe mucho más de las variedades feroces y las divergencias inflexibles de los hombres. La razón es obvia. En una comunidad grande podemos elegir nuestros compañeros. En una comunidad pequeña nuestros compañeros nos vienen dados. Así en todas las sociedades grandes y altamente civilizadas se forman grupos fundados sobre lo que se llama simpatía y que silencian al mundo real de modo más cortante que las puertas de un monasterio. Lo cierto es que no hay nada pequeño o limitado en el clan o en la tribu; lo que es de verdad pequeño y limitado es la pandilla o el corrillo. Los que forman un clan viven juntos porque todos se visten con el mismo tartán o porque todos descienden de la misma vaca sagrada; pero en sus almas, por una suerte divina de las cosas, siempre habrá más colores que en cualquier tartán. Los que forman una pandilla o un grupo viven juntos porque tienen el mismo tipo de alma, y su estrechez es una estrechez de coherencia y satisfacción espiritual, como la que hay en el infierno. Una sociedad grande existe para formar grupillos. Una sociedad grande es una sociedad para la promoción de la estrechez. Es una maquinaria para proteger al individuo solitario y sensible de toda experiencia de los amargos y fortalecedores compromisos humanos. En el sentido más literal de las palabras, es una sociedad para la prevención del conocimiento cristiano.

     Podemos ver este cambio, por ejemplo, en la transformación moderna de lo que se llama el club. Cuando Londres era más pequeño, y sus barrios más reducidos y familiares, el club era lo que es todavía en los pueblos, lo opuesto de lo que es ahora en las grandes ciudades. Se consideraba entonces como un lugar en donde una persona podía ser sociable. Ahora el club se valora como el lugar en donde puede uno ser insociable. Cuanto más grande y elaborada es nuestra civilización tanto más deja de ser el club un lugar donde uno puede tener un argumento ruidoso, y se convierte en un lugar en donde uno puede comer a solas, por su cuenta, sin que nadie le moleste. E1 objetivo es que se sienta cómodo, y hacer a un hombre cómodo es hacerle todo lo opuesto a sociable. La sociabilidad, como todas las cosas buenas, está llena de incomodidades, peligros y renuncias. El club tiende a producir la más degradante de todas las combinaciones-el anacoreta de lujo, el hombre que combina la indulgencia voluptuosa de Lúculo con la soledad insana de Simeón el Estilita.

     Si mañana por la mañana una enorme nevada no nos dejara salir de la calle en que vivimos entraríamos de repente en un mundo mucho más grande y mucho más insólito que cualquier otro que hayamos imaginado. Pero todo el esfuerzo de la persona moderna típica es huir de la calle en la que vive. Primero inventa la higiene moderna y se va a Margate. Luego inventa la cultura moderna y se va a Florencia. Después inventa el imperialismo moderno y se va a Tombuctú. Se marcha a los bordes fantásticos de la Tierra. Pretende cazar tigres. Casi llega a montar en camello. Y al hacer todo esto está todavía esencialmente huyendo de la calle en la que nació; y siempre tiene a mano una explicación de esta fuga suya. Dice que huye de su calle porque es aburrida. Miente. La verdad es que huye de su calle porque es demasiado excitante. Es excitante porque es exigente; es exigente porque está llena de vida. Puede visitar Venecia tranquilo porque para él los venecianos no son nada más que venecianos; los habitantes de su propia calle son hombres y mujeres. Puede quedarse mirando a un chino porque para él los chinos son algo pasivo que hay que mirar; si se le ocurre mirar a la vieja señora en el jardín de al lado, la anciana se pone en movimiento. Está forzado a huir, para decirlo en breve, de la compañía demasiado estimulante de sus iguales-de seres humanos libres, perversos, personales, deliberadamente diferentes de él-. La calle en Brixton resplandece demasiado y resulta abrumadora. Tiene que apaciguarse y calmarse entre los tigres y los buitres, los camellos y los cocodrilos. Estas creaturas, sin duda alguna, son muy diferentes de él; pero no ponen su figura o color o costumbres en decisiva competición intelectual con los rasgos suyos propios. No pretenden destruir sus principios y reafirmar los suyos. Los monstruos extraños de su calle en el barrio pretenden exactamente eso. El camello no contorsiona su anatomía hasta formar una espléndida mofa porque el señor Robinson no tenga una joroba; pero el culto caballero del número 5 sí que exhibe una mofa cuando advierte que el señor Robinson no tiene rodapié en su casa. El buitre no va a estallar de risa si no ve volar a un hombre; pero el comandante que vive en el número 9 se reirá a carcajadas de que tal hombre no fume. La queja que comúnmente tenemos que hacer de nuestros vecinos es que se meten en lo que no les concierne. No queremos decir realmente que no se metan en lo que no les concierne. Si nuestros vecinos no se metieran en lo que no les concierne, les pedirían de repente su renta y rápidamente dejarían de ser nuestros vecinos. Lo que realmente queremos decir cuando exigimos que no se metan en lo que no les concierne es algo mucho más profundo. No nos desagradan por tener tan poca fuerza y energía que no puedan interesarse en sus cosas. Nos desagradan por tener fuerza y energía suficientes para interesarse además en las nuestras. Lo que nos aterra de nuestros vecinos no es la estrechez de su horizonte, sino su espléndida tendencia a ensancharlo. Y todas las aversiones a la humanidad ordinaria tienen este carácter general. No son aversiones a su endeblez (como algunos pretenden), sino a su energía Los misántropos creen que desprecian a la humanidad por su debilidad, pero lo cierto es que la odian por su fuerza.


La gente ordinaria

     Por supuesto, esta retirada de la brutal vivacidad y variedad de la gente ordinaria es algo perfectamente perdonable y excusable en tanto en cuanto no pretenda convertirse en una actitud de superioridad Pero cuando se califica a sí misma de aristocracia o esteticismo o de una superioridad sobre la burguesía, no hay más remedio en justicia que señalar su debilidad intrínseca. El fastidio es el más perdonable de todos los vicios; pero es la más imperdonable de todas las virtudes. Nietzsche, que es el representante más destacado de esta pretenciosa demanda del ser fastidioso, tiene en algún lugar de su obra una descripción-muy poderosa desde el punto de vista literario-del disgusto y desdén que le consumen al volver su mirada sobre gente ordinaria con sus rostros ordinarios, sus voces ordinarias, sus mentes ordinarias. Como decía, esta actitud es casi hermosa si podemos clasificarla como patética. La aristocracia de Nietzsche reúne todo el carácter sagrado que pertenece al débil. Cuando nos hace sentir que no puede soportar los rostros innumerables, las voces incesantes, esa omnipresencia abrumadora que pertenece a la muchedumbre, tiene la simpatía o aprobación de cualquiera que haya estado alguna vez enfermo en un barco o cansado en un autobús lleno de gente. Todos hemos odiado a la humanidad cuando hemos sido poco humanos. Todo ser humano ha tenido alguna vez a la humanidad en sus ojos como una niebla sofocante, o en sus narices como un olor sofocante. Pero cuando Nietzsche tiene la increíble falta de humor y de imaginación de pedirnos que creamos que su aristocracia es una aristocracia de músculos fuertes o una aristocracia de voluntades fuertes, se hace necesario mostrar la verdad de las cosas. Y la verdad es que es una aristocracia de nervios endebles.

     Nos hacemos nuestros amigos; nos hacemos nuestros enemigos; pero Dios hace a nuestro vecino de al lado. De ahí que se nos acerque revestido de todos los terrores despreocupados de la naturaleza; nuestro vecino es tan extraño como las estrellas, tan atolondrado e indiferente como la lluvia. Es el Hombre, la más terrible de todas las bestias. Por eso las religiones antiguas y el viejo lenguaje bíb6lico mostraban una sabiduría tan penetrante cuando hablaban, no de los deberes con la humanidad, sino de deberes con el prójimo. El deber hacia la humanidad puede tomar a menudo la forma de alguna elección que es personal y aun agradable. Ese deber puede ser un interés nuestro; puede ser incluso un capricho o una disipación. Podemos trabajar en el barrio más pobre porque estamos especialmente preparados para trabajar en ese barrio, o porque así nos lo parece; podemos luchar por la causa de la paz internacional porque nos gusta mucho luchar. E1 martirio más monstruoso, la experiencia más repulsiva, pueden ser resultado de elección o de cierto gusto. Puede que estemos hechos de tal forma que nos encanten los lunáticos o que nos interesen especialmente los leprosos. Puede que amemos a los negros porque son negros o a los socialistas alemanes porque son unos pedantes. Pero hemos de amar a nuestro vecino porque está ahí-una razón mucho más alarmante para una obra mucho más seria-. E1 vecino es la muestra de humanidad que de hecho se nos da. Y precisamente porque puede ser una persona cualquiera, nuestro vecino es todo el mundo. Es un símbolo porque es un accidente.

     No hay duda de que los hombres huyen de ambientes pequeños a tierras que son mortíferas de verdad. Pero esto es natural porque no están huyendo de la muerte; están huyendo de la vida. Y este principio se aplica a cada uno de los anillos del sistema social de la humanidad. Es perfectamente razonable que los hombres busquen alguna variedad particular del tipo humano, siempre que busquen esa variedad del tipo humano y no la mera variedad humana. Es perfectamente lógico que un diplomático británico busque la compañía de generales japoneses, si lo que quiere son generales japoneses Pero si lo que quiere es gente diferente de sí mismo, haría mucho mejor en quedarse en su casa y discutir de religión con la sirvienta. Es muy razonable que el genio del pueblo vaya a conquistar Londres si lo que quiere es conquistar Londres. Pero si lo que quiere es conquistar algo fundamental y simbólicamente hostil y además muy fuerte, haría mucho mejor en quedarse donde está y tener una pelea con el párroco de la iglesia. E1 hombre de la calle de barrio se comporta correctamente si va a Ramsgate por ver Ramsgate-algo bien difícil de imaginar-. Pero si, como él lo expresa, va a Ramsgate «para cambiar», entonces hay que decirle que experimentaría un cambio mucho más romántico y hasta melodramático si saltara por encima del muro al jardín de su vecino. Las consecuencias serían tonificantes en un sentido que va mucho más allá de las posibilidades higiénicas en Ramsgate.


Divergencias y variedades

      Ahora bien, de la misma manera que este principio vale para el imperio, para la nación dentro del imperio, para la ciudad dentro de la nación, para la calle dentro de la ciudad, vale también para la casa dentro de la calle. La institución de la familia debe ser ensalzada precisamente por las mismas razones que la institución de la nación, o la institución de la ciudad, son en este respecto ensalzadas. Es bueno para un hombre vivir en una familia por la misma razón que es bueno para un hombre ser asediado dentro de una ciudad. Es bueno para un hombre vivir en una familia en el mismo sentido en que es algo hermoso y delicioso para un hombre ser bloqueado por una nevada en una calle. Todas estas cosas le fuerzan a darse cuenta de que la vida no es algo que viene de fuera, sino algo que viene de dentro. Sobre todo, todas ellas insisten sobre el hecho de que la vida, si es de verdad una vida estimulante y fascinante, es una cosa que por su misma naturaleza existe a pesar de nosotros. Los escritores modernos que han sugerido, de manera más o menos abierta, que la familia es una institución mala, se han limitado generalmente a sugerir, con mucha amargura o patetismo, que tal vez la familia no es siempre algo muy conciliador. Pero, qué duda cabe, la familia es una institución buena precisamente porque no es conciliadora. Es algo bueno y saludable precisamente porque contiene tantas divergencias y variedades. Es, como dice la gente sentimental, un pequeño reino y, como muchos otros reinos pequeños, se encuentran generalmente en un estado que se parece más a la anarquía. Es precisamente el hecho de que nuestro hermano Jorge no está interesado en nuestras dificultades religiosas, sino que está interesado en el «Restaurante Trocadero», lo que da
a la familia algunas de las cualidades tonificantes de la república. Es precisamente el hecho de que nuestro tío Fernando no aprueba las ambiciones teatrales de nuestra hermana Sara lo que hace que la familia sea como la humanidad. Los hombres y las mujeres que, por razones buenas o malas, se rebelan contra la familia, están, por razones buenas o malas, sencillamente rebelándose contra la humanidad. La tía Isabel es irracional, como la humanidad. Papá es excitable, como la humanidad. Nuestro hermano más pequeño es malicioso, como la humanidad. El abuelo es estúpido, como el mundo; y es viejo, como el mundo.

      No hay duda de que aquellos que desean, correcta o incorrectamente, escapar de todo esto, desean entrar en un mundo más estrecho. La grandeza y la variedad de la familia les deja desmayados y aterrorizados. Sara desea encontrar un mundo que consista por entero en teatros; Jorge desea pensar que el «Trocadero» es un cosmos. No digo ni por un momento que la huida a esta vida más limitada no sea lo correcto para el individuo, como tampoco lo digo de la huida a un monasterio. Pero sí que es malo y artificioso todo lo que tienda a hacer a estas personas sucumbir a la extraña ilusión de que están entrando en un mundo que es más grande y más variado que el suyo propio. La mejor manera en que un ser humano podría examinar su disposición para encontrarse con la variedad común de la humanidad sería dejarse caer por la chimenea de cualquier casa elegida a voleo, y llevarse tan bien como sea posible con la gente que está dentro. Y eso es esencialmente lo que cada uno de nosotros hizo el día en que nació.

      En esto consiste verdaderamente la aventura romántica, especial y sublime, de la familia. Es romántica porque es «a cara o cruz», porque es todo lo que sus enemigos dicen de ella, porque es arbitraria, porque está ahí. En la medida en que un grupo de personas haya sido elegido racionalmente habrá cierta atmósfera especial o sectaria. Cuando se eligen de manera irracional entonces uno se encuentra con hombres y mujeres sin más. El elemento de aventura empieza a existir; porque una aventura es algo que, por naturaleza, viene hacia nosotros. Es algo que nos escoge a nosotros, no algo que nosotros escogemos. E1 hecho de enamorarse ha sido a menudo considerado como la aventura suprema, el incidente romántico por excelencia. En la medida en que hay en ello algo que está fuera de nosotros, algo así como una especie de fatalismo alegre, esto es muy cierto. No hay duda de que el amor nos atrapa, nos transfigura y nos tortura. Rompe de verdad nuestros corazones con una belleza insoportable, como la belleza insoportable de la música. Sin embargo, en la medida en la que, por supuesto, tenemos algo que ver con el asunto, en la medida en la que de alguna forma estamos preparados para enamorarnos y en algún sentido para arrojarnos al amor, en la medida en que hasta cierto punto elegimos y hasta cierto punto juzgamos, en este sentido el hecho de enamorarse no es verdaderamente romántico, no es de verdad la gran aventura. En este sentido, la aventura suprema no es enamorarse. La aventura suprema es nacer. Allí nos encontramos de repente en una trampa espléndida y estremecedora. Ahí vemos de verdad algo que jamás habíamos soñado antes. Nuestro padre y nuestra madre están al acecho, esperándonos, y saltan sobre nosotros como si fueran bandoleros detrás de un matorral. Nuestro tío es una sorpresa. Nuestra tía es como un relámpago en un cielo azul. Al entrar en la familia por el nacimiento entramos de verdad en un mundo incalculable, en un mundo que tiene sus leyes propias y extrañas, en un mundo que podría muy bien continuar su curso sin nosotros, en un mundo que no hemos fabricado nosotros. En otras palabras, cuando entramos en la familia entramos en un cuento de hadas.


La aventura de lo inesperado

     Este colorido, como el de un relato fantástico, debería pegarse a la familia y a nuestras relaciones con ella durante toda la vida. El amor es la cosa más profunda en la vida; más profundo que la misma realidad. Porque aun si la realidad resultara engañosa, a pesar de todo no se podría probar que es insignificante o sin importancia. Si los hechos fueran falsos, serían todavía muy extraños. Y este carácter extraño de la vida, este elemento inesperado y hasta perverso de las cosas tal como acontecen, permanece incurablemente interesante. Las circunstancias que podemos regular pueden hacerse mansas o pesimistas; pero las «circunstancias sobre las que no tenemos control» permanecen como teñidas de algo divino para aquellos que, como el señor Micawber, pueden invocarlas y renovar su fuerza. La gente se pregunta por qué es la novela la forma más popular de literatura; por qué se leen más novelas que libros científicos o de Metafísica. La razón es muy sencilla: es que la novela es más verdadera que esos otros libros. La vida puede a veces aparecer legítimamente como un libro científico. La vida puede a veces aparecer, y con mucha más legitimidad, como un libro de Metafísica. Pero la vida es siempre una novela. Nuestra existencia puede dejar de ser una canción; puede dejar de ser incluso un hermoso lamento. Puede que nuestra existencia no sea una justicia inteligible ni siquiera una equivocación reconocible. Pero nuestra existencia es, a pesar de todo eso, una historia. En el fiero alfabeto de toda puesta de sol está escrito, «continuará en el próximo». Si tenemos suficiente inteligencia, podemos terminar una deducción filosófica y exacta, y estar seguros de que la estamos acabando correctamente. Con poder cerebral adecuado podríamos llevar a cabo cualquier descubrimiento científico y estar seguros de que lo acabábamos correctamente.

      Pero ni siquiera con la más gigantesca inteligencia podríamos terminar el relato más sencillo o el más tonto, y quedarnos seguros de que lo hemos terminado correctamente Ocurre así porque un relato lleva por detrás, no sólo la inteligencia, que es parcialmente mecánica, sino la voluntad, que en su esencia es algo divino. E1 escritor de una narración puede enviar a su héroe al calabozo en el penúltimo capítulo, si así lo desea. Puede hacerlo por el mismo capricho divino por el que el mismo autor puede ir al calabozo y después al infierno, si así lo escoge. Y la misma civilización, aquella civilización caballeresca europea que reafirmó la libertad en el siglo XIII, produjo lo que llamamos «ficción» en el XVIII. Cuando Tomás de Aquino afirmó la libertad espiritual del ser humano, creó todas las malas novelas que se encuentran en las bibliotecas circulantes.

Pero para que la vida sea para nosotros una historia o una historia de amor, es necesario que una gran parte de ella sea decidida sin nuestro permiso. Si queremos que nuestra vida sea un sistema, eso puede ser un fastidio; pero si queremos que sea un drama, es algo esencial. Puede ocurrir a menudo, sin duda alguna, que un drama sea escrito por alguien que no es muy de nuestro agrado. Pero nos gustaría todavía menos que el autor se presentara delante del telón cada hora más o menos y descargara sobre nosotros toda la preocupación de inventar por nuestra cuenta el acto siguiente. El ser humano tiene control sobre muchas cosas en su vida; tiene control sobre un número suficiente de cosas para ser el héroe de una novela. Pero si tuviera control sobre todas las cosas, habría tanto héroe que no habría novela. Y la razón por la que las vidas de los ricos son en el fondo tan sosas y aburridas es sencillamente porque pueden escoger los acontecimientos. Se aburren porque son omnipotentes. No puede tener aventuras porque las fabrican a su medida. Lo que mantiene a la vida como una aventura romántica y llena de ardorosas posibilidades es la existencia de estas grandes limitaciones que nos fuerzan a todos a hacer frente a cosas que no nos gustan o que no esperamos. En vano hablan los altivos modernos de estar en ambientes incómodos. Estar metido en una aventura es estar metido en ambientes incómodos. Haber nacido en esta Tierra es haber nacido en un ambiente incómodo, y por lo tanto, haber nacido en una aventura. De todas estas grandes limitaciones y estructuras que modelan y crean la poesía y la variedad de la vida, la familia es la más definitiva y la más importante. De ahí que sea malentendida por los modernos que se imaginan que la aventura podría existir en grado más perfecto, en un estado completo de los que ellos llaman libertad. Se creen que si un hombre hace un gesto sería algo sorprendente y asombroso que el Sol se cayera del cielo. Pero lo que es sorprendente y asombroso-la aventura romántica de la misma existencia del Sol-es que no se cae del cielo. Buscan estas gentes bajo toda forma y figura, un mundo donde no haya limitaciones-es decir, un mundo donde no haya contornos, esto es, un mundo donde no hay figuras-. No hay nada más despreciable y ruin que esa infinidad. Dicen que desean ser tan fuertes como el Universo, pero lo que realmente desean es que el Universo entero sea tan débil como ellos mismos.

Gaston Courtois, "Adolescencia, edad difícil"

* Llega a una edad en la que el niño deja de serlo y no es todavía un adulto. Edad en que se produce una especie de ruptura de equilibrio en vista de un equilibrio nuevo y de la conquista de la personalidad, que harán poco a poco de este niño no sólo un joven o una joven, sino tal joven -chico o chica- determinado. Resulta de esto un período de crisis que comienza, en general, hacia los trece años y que puede durar dos o tres.

* Con frecuencia, en este período, los padres, que han olvidado por completo lo que a ellos mismos les pasó, se sienten desorientados, porque no reconocen ya a sus hijos. Lo primero que ha de hacerse es no asustarse. Se trata de una crisis normal, que pasará con tanta mayor rapidez y facilidad cuanto más los padres se esfuercen en comprenderla.

* El adolescente, que deja de ser un niño, comienza por tener una crisis de emancipación. No quiere formar parte del mundo de los pequeños; no quiere ya ser tratado como un niño; no les gusta que le hagan decir sus lecciones; no quiere que se le mande por la noche a acostar; se molesta por la menor observación, sobre todo si se la hacen delante de hermanos y hermanas más pequeños.

* Este deseo de emancipación es la manifestación de un progreso natural en vías de evolución. Sería en vano y peligroso intentar dominarlo por la fuerza.

* Lo que caracteriza la adolescencia es una transformación fisiológica. Importa, pues, que los padres hayan prevenido a tiempo a sus hijos. Pero en cualquier caso resultará de ello una fragilidad física, una inestabilidad de carácter que es necesario tener en cuenta.

* No hay por qué extrañarse en este período de cambios de humor, arranques no razonados, desigualdad en el trabajo, sucesión imposible de prever de alegría ruidosa y gesto sombrío.

* El adolescente siente la impresión de no ser él mismo. No comprende lo que pasa en él. Siente más o menos confusamente algo en sí más fuerte que él mismo... Pero difícilmente lo afirmará. No aceptará con gusto reproches o reconvenciones, y éstos le producirán, en general, la sensación de ser un incomprendido.

* Los adolescentes intentan, con frecuencia torpemente, afirmar su naciente personalidad oponiéndose a la tradición, al conformismo, al criterio de los adultos. Pocas veces tienen pensamiento propio y reflexivo. La prueba es que varía con mucha facilidad sobre el mismo asunto en algunos días de intervalo. Pero se colocan instintivamente en la oposición de lo que vosotros afirmáis. No saben siempre lo que quieren con precisión. Por lo menos, quieren algo distinto de lo que vosotros queréis, y con frecuencia lo contrario de lo que deseáis. Por otra parte están dotados en esta época de una plasticidad artística y de artesanía que los capacita para interesarse por las actividades más inesperadas, a través de las cuales buscan su orientación y realizan la selección de sus gustos y aptitudes.

* En esta edad, que se llama impropiamente "la edad ingrata", no les es suficiente que los quieran, y -hecho que desconcierta mucho a las madres- hasta los abrazos, los mimos, las manifestaciones de cariño familiar, los encuentran indiferentes, si no son hostiles. Lo que ellos quieren es no sólo ser amados; es amar por sí mismos y elegir sus amistades, naturalmente, fuera de su casa.

* Son capaces, a la vez, de un egoísmo casi cínico para todo lo que concierne al cuadro familiar y de una abnegación espléndida fuera; por los pobres, por un ideal, por un movimiento político o religioso.

* Es la época en que principalmente conviene orientarlos, sin imponérselo nunca, hacia una organización de juventudes. La abnegación con que se entregarán a ella será tal vez lo que mejor podrá ayudarlos a salvar ese período de crisis y a volver a encontrar el equilibrio en las mejores condiciones: dándose es como se equilibrarán.

* Para los jóvenes es la edad de la pasión amorosa; por un profesor, por una profesora. Si el objeto de la pasión es algo bueno y equilibrado, no hay que inquietarse; pasará por sí solo.

* Si la evasión del medio familiar no se orienta hacia una organización juvenil, el adolescente puede desviarse en otros sentido, no sin peligro: el de los sueños, la imaginación; es la edad por excelencia del romanticismo y de lo novelesco.

* No os extrañéis si en esta época vuestro hijo no quiere salir con vosotros. Lo importante -pero este importante es esencia- es que el medio en que busque sus diversiones y descanso sea moralmente sano. Aquí también interviene la elección de la organización juvenil que mejor responda a sus aspiraciones.

* Estos niños grandes son capaces de entusiasmarse por las cosas grandes y bellas, como también por cualquier pequeñez. No se os ocurra burlaros; son muy susceptibles. No intentéis adivinarlos; son muy suspicaces: se repliegan en sí mismos y se cierran más; son muy celosos de su autonomía, de su independencia: su personalidad se yergue. ¡Son muchachos mayores, no chiquillos! Sobre todo, que no les parezca que se los vigila.

* Esta última palabra me trae a la memoria la distinción un poco sutil, pero fundamentada, que se estableció un día entre dos traductores del mismo término griego "episkopein", de donde procede la palabra obispo; una de las traducciones, que siguió literalmente los elementos de la composición del verbo griego, dio "vigilar". El otro invirtió, podría decirse, el orden de los factores y dio "velar por". Se ve enseguida la diferencia. Un padre no vigilará a su hijo ya mayor, tendrá confianza en él; pero velará por él para hacerle aprovechar las ocasiones de demostrar su talento o sus cualidades.

* Dad a vuestros adolescentes ocasión de contribuir activamente en las decisiones comunes relativas a la casa. Será un medio de dominar razonablemente la exagerada tentación de evadirse del hogar familiar.

* La experiencia demuestra que los muchachos cuya opinión se tiene en cuenta en los asuntos del gobierno de la casa, alimenticio, de diversiones, radiofónico, etc., en el seno de la familia, buscan menos que otros ejercitar la libertad fuera.

* Sobre todo, ante las manifestaciones de independencia, de evasión, de oposición, de vuestros hijos y de vuestras hijas adolescentes, no dramaticéis. Nada de escenas, lágrimas o reproches...; menos aún violencias.

* En esta edad más que nunca, saben persuadirlos y procurad no obligarlos.

* Cuando deseéis conseguir alguna cosa de ellos, apelad a los móviles más elevados; no os apoyéis en motivos exclusivamente utilitarios; a pesar de las apariencias, están en la época de los idealismos desinteresados. Es también la edad de la poesía, en la que gusta hacer versos sobre todo y a propósito de todo.

* En términos generales, evitad el burlaros de ellos; mostraos compasivos; más aún; hacedles sentir que los comprendéis. Conservaréis de esta manera ante ellos la autoridad moral, de que tanta necesidad tienen, sin que lo sepan, para ayudarlos a canalizar en buen sentido las fuerzas nuevas y magníficas que los encaminan hacia la edad adulta.

* Tranquilizaos; esos años difíciles pasarán. Si vuestros hijos comprenden que los amáis por sí mismos, que no solamente no queréis impedir que crezcan, sino que deseáis ayudarlos a conseguir una personalidad de hombres o mujeres dignos de tal nombre, vuestros hijos y vuestras hijas conservarán su confianza en vosotros o, pasada la crisis, sentirán y os demostrarán un afecto redoblado.

"Criterios para la elección de buenos libros infantiles y juveniles", por Luis Daniel González,

Las personas que desean escoger buenos libros de Literatura infantil y juvenil (LIJ) siempre se plantean cómo discernir, entre la gran producción actual, cuáles pueden ser los mejores o los más apropiados para un lector concreto. En la opinión que acaban formándose pesa la idea que se hacen del libro antes de leerlo, e influyen luego las actitudes con las que lo leen y, sobre todo, las armas críticas que poseen para juzgarlo. Podríamos decir que, tanto para un padre o un profesor que tienen la preocupación de acertar con las lecturas que proponen a sus hijos y a sus alumnos, como para el crítico que desea facilitárselo, las preguntas son: ¿cómo es la crítica real de LIJ?, ¿cómo sería una crítica ideal de LIJ?


El ruido del sistema

Un libro, y antes la noticia sobre un libro, nos acaba llegando después de un largo proceso en el que han intervenido escritores, editores, traductores, libreros, publicistas, profesores, periodistas, críticos, lectores, instituciones... Todos sabemos que los engranajes entre todas estas piezas no están siempre igual de limpios. Así, la escritora es colaboradora del suplemento donde se reseña su libro, el crítico más renombrado es quien comenta la novelita que ha preparado en sus ratos libres el consejero delegado de la empresa, el autor premiado fue hace pocos años el presidente de la institución que otorga el premio... O bien, los propietarios del periódico donde se informa tan positivamente de los méritos del libro, lo son también de las editoriales que lo publican o de la red de colegios donde se recomienda en las clases... También los denuestos contra un libro quizá obedecen a que su autor o su contenido no sintonizan con la dirección política del medio o del crítico, o el silencio en torno a él puede deberse a que no interesa promocionar lo más mínimo a los del pueblo de al lado, e incluso se puede ignorar a Marcelino pan y vino a la hora de confeccionar la lista de los 100 mejores libros españoles de LIJ...

Dejando de lado que todo este laborioso entramado de motivos —de amistad, comerciales, ideológicos...— no siempre da resultados nefastos, y subrayando que no es un buen camino cuestionar las intenciones de nadie, es evidente que hay distintos talantes a la hora de hablar de un libro. A unos les interesa subrayar su valía objetiva, los hay que son puros intermediarios irreflexivos que se conforman con opiniones ajenas, a otros no les importa si el libro tiene o no algún mérito con tal de que dé dinero... Tal vez en un mundo ideal deberíamos ignorar el alboroto del sistema cultural —premios, presentaciones, publicidad, polémicas...—, y podríamos evitar el influjo de factores ajenos al valor del libro mismo —la extravagancia del escritor en una entrevista, la moda del momento...—. Pero, además de que no estamos en un mundo ideal, quizá sin propaganda no conoceríamos muchos productos, y es seguro que parte del discernimiento que hoy hace falta es, justamente, saber filtrar los ruidos de fondo.


Las reseñas de libros

La primera orientación acerca de un libro empieza en las reseñas meramente informativas, necesarias si se quiere contar con un primer avance de las novedades. Contando con que no todos los periodistas pueden tener una formación completa y con que la estructura de su trabajo no suele permitirles la pausa conveniente, este trabajo será digno si se abandona cualquier tono publicitario, si no se habla de oídas, si se advierte al lector cuando se reproduce acríticamente la nota de prensa que distribuye la editorial. También el bombo a una obra o un autor debido a que, por alguna razón, es noticia, puede darse con más o menos equilibrio: los elogios sólo tienen valor cuando quien los concede tiene peso, no es un favor recibir alabanzas de los ignorantes.

Quien busca una crítica de más nivel espera datos sobre la calidad objetiva del libro y que se valore cuál puede ser su posible recepción. En ese trabajo caben distintos grados de acierto, según la cercanía mental del crítico a los lectores potenciales, y distintos grados de profundidad, según el conocimiento que tenga de asuntos tales como la historia de la LIJ, las tendencias de la producción actual, los estudios de los especialistas, etc.

En general cabe decir que, si un criterio práctico es no fiarse de la publicidad y pedir consejo a quien está en condiciones de darlo, más aún en la LIJ, donde además del conocimiento de primera mano de los libros es básica la conexión con los niños. Desde ópticas muy distintas en ese caso pueden estar padres muy lectores, bibliotecarias, profesores, algunos libreros...


Actitudes equivocadas

Situado ya delante de un libro de LIJ lo primero que debe decirse al lector es que lo lea con un planteamiento mental abierto, algo incompatible con pensar que un libro «debe ser» de una determinada manera. Es el error de Roald Dahl cuando, a través de su personaje Matilda, dice que un libro para niños debe siempre tener pasajes cómicos y, en cierto modo, descalifica las obras de Tolkien y de Lewis por no tenerlos. En positivo sólo se puede afirmar algo tan vago como que cada libro ha de tener los rasgos formales y de fondo, la dosis de humor o de realismo o de fantasía, que pretenda y necesite tener.

Por el contrario, si no es posible establecer unos criterios acerca de lo que un libro debe ser, sí se puede pensar con más claridad en lo que «no debe ser». Aquí sucede igual que con los preceptos morales: los únicos que tienen una validez universal e incondicionada son los negativos pues la experiencia nos dice que determinadas actuaciones y líneas de conducta llevan siempre al fracaso. Del mismo modo se puede afirmar que también hay trampas y talantes en los que nunca debe caer un autor, sean cuáles sean sus aspiraciones, tanto si desea ganar dinero y prestigio a cualquier precio como si sus intenciones de ayudar al niño a ser bueno son rectísimas.


Tres ejemplos

Astrid Lindgren da una pista cuando rechaza los libros que hacen guiños a los adultos por encima de los niños. Por ejemplo, explica la escritora sueca, parodiar el acta de una reunión oficial no tiene sentido cuando ningún niño ha leído nunca un acta de sesiones. Se pueden incluir cosas que diviertan a niños y mayores, se puede tener en cuenta que cada uno entiende más o menos en función de muchas cosas, pero nunca se ha de intentar ser más pícaro de la cuenta en busca de sonrisas y aplausos... del adulto, pues eso es una desfachatez con el niño y, por tanto, es siempre fraudulento en la LIJ.

Un segundo ejemplo lo pone Tolkien cuando pide respeto hacia la inteligencia del niño y que se use un vocabulario preciso, incluso por encima de su nivel, pues todos necesitamos una literatura que nos sobrepase y nos eleve. Obviamente, a cada chico hay que tratarle según su edad y su madurez, y cada tipo de relato tiene unos objetivos y unas leyes propias. Hay una edad para los cuentos de ardillitas y hay una edad para los relatos de iniciación: lo que importa es que lenguaje y contenido formen un conjunto armónico, y que se trate con respeto la capacidad del lector.

Y podemos recurrir para un tercero a Borges cuando, a propósito de Alicia en el País de las maravillas, comenta el peligro de puerilidad que corren los autores de libros infantiles. Obviamente, la puerilidad no está en la poesía infantil de Gloria Fuertes, que se dirige a lectores pequeños con el objetivo de abrir pasillos hacia los significados y hacia la sensibilidad a través de los sonidos y los ritmos. Está más bien en los escritores que se dirigen a los niños con el espíritu del turista que piensa que cualquiera le puede comprender si habla muy alto y despacio, y que no saben «emplear palabras corrientes y decir cosas extraordinarias», receta de Schopenhauer que Astrid Lindgren repetía.


Méritos y fallos

De todos modos, aunque los ejemplos del apartado anterior sean importantes y podrían ser más, el rechazo a cualquier falsedad de fondo en un libro debe provenir de una valoración sobre lo que la obra es y no sobre lo que la obra no es: a quien mira como a través de sus preferencias personales quejándose de lo que falta y de las posibilidades desperdiciadas, hay que animarle a que se ponga él mismo a escribir. Y esto no es sarcástico: grandes libros para niños han nacido cuando sus autores no encontraban en el mercado lo que veían o creían que necesitaban sus hijos.

En ese juicio sobre un libro debe atenderse primero a características formales tales como el vocabulario, la estructura, las connotaciones... Los fallos en este nivel se sitúan también dentro de lo que «no debe ser» un libro, aunque puedan darse otros méritos que los compensen: vigor narrativo, interés del argumento, definición acertada de personajes, etc. Además, juzgar la calidad objetiva del libro también significa considerar en qué tradición se sitúa y qué contenidos tiene, por un lado, a qué público se dirige y con qué propósitos se presenta o se nos dice que fue concebido, por otro.

Señalar cómo encaja un libro en la tradición es imprescindible. Quien ignora los precedentes puede considerar bueno un libro que, realmente, repite y no mejora lo ya dicho. Por eso la fecha es importante, llegar el primero es distinto que llegar el quinto, el ingenioso no lo es tanto si sabemos que nos está contando como suyo un chiste copiado... Informar en relación a esto es básico para llevar a los jóvenes a la mejor literatura: conocer que algunos «best-seller» de Michael Crichton y sus películas consecutivas son en realidad meras puestas al día de clásicos de aventuras, ha cambiado la perspectiva de algunos lectores que conozco.

Otro aspecto a tener en cuenta es qué conocimiento de la realidad nos aporta un libro, si nos hace comprender mejor a las personas, si nos descubre alguna novedad o bien algo viejo con una perspectiva nueva... Siempre, pero quizá más en el caso de la LIJ, esto va unido al impacto que la obra causa en el lector: los elementos de aprendizaje y los modelos que se proponen pueden ser útiles para unos y desalentadores para otros, determinados mundos fantásticos pueden ser luminosos para unos e incomprensibles para otros... Esa recepción subjetiva no puede ignorarse y ha de intentar explicarse: un libro tan divertido y revelador como “Cosas de Ramón Lamote”, por ejemplo, puede hacer poca gracia y decir mucho menos a un lector no gallego.


El valor de las limitaciones

Y el propósito del autor o de las editoriales, que por algo presentan los libros por edades, también ha de considerarse. Como no es lo mismo dirigir un libro a niños de 6 años que a jóvenes de 18, es importante aclarar si el autor consiguió lo que pretendía u otra cosa. Meter un gol por casualidad no debe ser aplaudido como si fuera una muestra de talento. En esta dirección hay argumentos que son para mayores pero van escritos con lenguaje infantil pobre. O tramas elementalísimas escritas en prosa poética que sólo algunos adultos pueden apreciar. O tantas novelas críticas con errores educativos: si algo está mal hecho debe ser criticado, e incluso si se hace descompensadamente se podrá señalar que la crítica como tal es casi siempre preferible al silencio; pero a la vez conviene advertir que algo deja de ser correcto si está fuera de lugar: hay cuestiones cuyo su sitio no es una novela infantil o que a ciertas edades se deben plantear de otra manera. En definitiva la cuestión es que quien acepta el reto de dirigirse a un público determinado, en este caso infantil o juvenil, acepta una limitación más que no va contra la categoría de su obra sino al contrario: a un artista le gustan sus limitaciones, la esencia de toda pintura es el contorno, decía muy bien Chesterton.

Por tanto, la crítica particular de LIJ ha de considerar que, para dar en el blanco, un libro debe gustar a los destinatarios antes que al adulto. Y, segundo, que como los niños y los jóvenes son personalidades en formación, un libro puede cumplir de modo diferente las distintas funciones que se le pueden asignar: aumentar la destreza lectora; desarrollar la imaginación y, por tanto, la capacidad de pensar «creativamente»; mejorar la calidad del tiempo de ocio... Ahora bien, si cualquier libro infantil ha de ser un escalón hacia la mejor literatura, cuyo listón lo fijan obras como El Quijote o la Divina Comedia y autores como Shakespeare y Dostoievski, ya se ve que no estamos hablando sólo de recursos lectores y literarios sino de contenidos humanísticos y de comportamiento ético.


Lectores sinceros

Este aspecto, tan importante a la hora de juzgar el interés de un libro para un niño concreto, se ilumina con una jugosa digresión chestertoniana. El autor inglés divide a la humanidad en Pueblo, Poetas y Profesores o Intelectuales. Para nuestro tema donde dice Pueblo podríamos decir Niños y donde dice Poetas podríamos poner Autores de LIJ. El Pueblo tiene presunciones, designadas «lugares comunes», tales como la de que la infancia es encantadora o que un hombre luchando contra tres es un hermoso espectáculo. Estas ideas sutiles que el Pueblo experimenta pero no sabe expresar, son las que los Poetas pueden formular de tal manera que parecen ser las cosas profundas que realmente son: donde un hombre común oculta la emoción más original diciendo «Excelente abuelo», Víctor Hugo habría escrito «L´art d´être grand-père». Pero si los Poetas elevan los sentimientos populares al grado más alto, debemos recordar siempre que sólo son sus guardianes. Ningún hombre pudo jamás escribir una buena poesía para demostrar que la infancia es repulsiva o que resulta despreciable que un hombre cruce su espada contra otros tres. Los individuos que pueden sostener este tipo de cosas son los Profesores o Intelectuales majaderos. Son Poetas quienes se alzan sobre el Pueblo entendiéndolo, como hizo Dickens por ejemplo. Son Intelectuales majaderos quienes se alzan sobre el Pueblo rehusando comprenderlo, diciendo que sus turbias y extrañas preferencias son prejuicios y supersticiones. Los majaderos hacen que el Pueblo se sienta estúpido, los Poetas hacen que el Pueblo se sienta sabio.

Los niños como lectores tienen la ventaja de que son siempre sinceros: si un libro les gusta lo leen y si no lo dejan. La historia de la LIJ va dejando un rastro de libros que los niños han leído y siguen leyendo siempre «con previo fervor y una misteriosa lealtad», como decía Borges de los clásicos. En ellos se ve claramente cómo los buenos autores conectan con los niños y, al hacer que se sientan sabios y tratarles como a sabios, los hacen sabios de verdad. Los malos autores, aunque no dejan sus obras en la historia, sí actúan en el presente haciendo que sus lectores se sientan estúpidos y convenciendo a no pocos adultos de que a los niños en realidad les gustan otras cosas de las que dicen que les gustan. Dicho de otro modo: desconfíen de un cuento para niños que no diga claramente que un pirata es siempre un pirata, por más que tenga su corazoncito y pueda ser un extraordinario navegante.


NOTAS

Este artículo fue redactado antes de la lectura de “Siete llaves para valorar las historias infantiles”, de Teresa Colomer y otros autores (Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2002; 239 pp.). Quien esté interesado en ver con más detalle cómo ha de ser una crítica de un libro infantil y juvenil agradecerá conocerlo. Con ejemplos de obras concretas, cada capítulo trata un aspecto diferente: el álbum ilustrado, cómo se organiza una historia, cómo es la voz narrativa, la calidad del texto y de las imágenes, definición de personajes, cómo amplía la narrativa los horizontes del lector, la tradición literaria o los préstamos que unas obras toman de otras... Al final de cada capítulo se añaden útiles observaciones señalando los fallos más comunes en cada uno de estos apartados.

La cita de Astrid Lindgren está tomada del jugoso “Breve diálogo con un futuro autor de libros infantiles”, artículo recogido en su obra autobiográfica Mi mundo perdido (Samuel August frán Sevedstorp och Hanna i Hult, 1975). Barcelona: Juventud, 1985; 93 pp.; trad. de Herminia Dauer.

La mención a Tolkien se refiere a un texto de sus “Cartas” que es la cita introductoria de “Bienvenidos a la Fiesta”.

La primera cita de Borges acerca de Alicia está en “Prólogos con un prólogo de prólogos”, Madrid: Alianza, 1998; 270 pp.; col. Biblioteca Borges, El Libro de Bolsillo.
La segunda cita está tomada de una conferencia de Carlos García Gual titulada “El viaje sobre el tiempo o la lectura de los clásicos”, pronunciada en un ciclo de conferencias organizado en 1998 por el Grupo Santillana bajo el título genérico «La educación que queremos». Fue publicada en la revista “Primeras Noticias – Literatura infantil y juvenil”, y está disponible en www.indexnet.santillana.es/rcs/_archivos/documentos/general/garciagual.doc.

La cita de Chesterton de El valor de las limitaciones está en El suicidio del pensamiento, capítulo de Ortodoxia (Orthodoxy, 1908); Barcelona: Alta Fulla, 2000, 2ª ed.; 187 pp.; col. Ad litteram; trad. de Alfonso Reyes.
La larga cita de Lectores sinceros está tomada de Las tres clases de hombres, uno de los ensayos contenidos en Alarmas y digresiones (Alarms and Discussions, 1910); contenido en Obras completas, tomo I; Barcelona: Plaza & Janés, 1967; 1676 pp.; trad. de Teresa Reyles.